No debiste haberlo invitado: "Se pasa la Nochevieja viendo fútbol sin hablar con nadie".
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Entre el amigo al que invitas de vacaciones y resulta ser grosero, el amigo al que le prestas el sofá como último recurso y se queda más tiempo del previsto, o aquellos a los que invitas a una fiesta y arman un desastre... A veces, nos arrepentimos de nuestra generosidad. Esta semana, Libé te cuenta historias donde nuestros testigos realmente se dijeron a sí mismos: "No deberías haberlo invitado". Hoy, Alice (1), actriz y cantante de 37 años, recuerda cómo su pareja fue grosero con sus nuevos amigos durante una noche de fiesta.
Tenía 21 años y regresaba de un año de estudios en el extranjero. Al final del verano, volví a ver a Thomas (1), a quien había conocido en el instituto, y empecé a salir con él. Me pareció muy guapo, con mucho estilo, y estaba muy feliz. Sobre todo porque ya lo tenía en la mira. Aunque hablábamos mucho, socializaba un poco. Me convencí de que cambiaría: ¡de joven, tienes ilusiones!
En aquel entonces, alquilaba una habitación a un parisino muy simpático y empecé a darme cuenta de que Thomas no era muy apto para situaciones sociales: cuando venía a verme, solo respondía a las preguntas de mi casero con un sí o un no, sin hacer ningún esfuerzo. Al contrario, yo era extremadamente sociable y ya podía imaginarlo enfrentándose a mi madre, quien no toleraría sus respuestas lacónicas.
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